Decían que aún en mis tiempos seguían existiendo personas que se movían por estos mundos como nubes, de un lado hacia otro, dejándose ver como masas de aire amorfas y desganadas.
Decían, además, que en su interior eran seres totalmente opuestos -contundentes y enérgicos- que lograban conservarse intactos gracias a esa aureola gaseosa que los rodeaba por completo, ocultándolos con éxito entre tanta soledad autorizándolos a pasar inadvertidos.
¿Si vi alguna?
Creo que puedo, y tengo testigos, comprobar empíricamente que existió a mi alrededor algo con esas extrañas características, tan cerca que me permitió conocer su realidad.
A veces me parece ver el humo a la distancia, intangible y confuso, pero no se si es que deja apenas mostrarse porque sabe que conozco su naturaleza, o transformo con la imaginación esa confusión que me produce sentir la compasión de ser humano hacia mi persona -otro ser humano con defectos regulares y cualidades aun más simplonas,- lo que me hace ver seres casi mitológicos donde no los hay.
Compasión, como quién dice una palabra de ese estilo, se convierte más en algo penoso que heroico: tal vez, como de costumbre, acabé imaginando la gran parte de las cualidades entonces sólo merezco un sentimiento de tales características. Ambas versiones igualmente válidas.
De todas maneras, fuera del debate de mi conocimiento acerca de este particular ser, hablar en pasado implica una sola cosa: que la existencia (probable o no) sea juzgada sólo por el presente, dejando en claro que si es en el ahora, es lo suficiente... pero si ya no subsiste (o puede subsistir) en estos tiempos, queda excluido unánimemente de toda posibilidad de ser.
No es.
Me pregunto si bajo las reglas de este maldito árbitro debo refutar también los recuerdos por ser inservibles.
2 comentarios:
Muy buena
Saludos
Deberias tener en cuenta, Florence, que los gases cambian de estado. Algunos se calientan y brillan, con poderosa razón, como soles.
Otros se precipitan, y fluyen como mares o lagrimas.
Y estan aquellos que se solidifican y una vez hechos polvos, solo ocupan lugar en la estanteria, en libros viejos y en deseo antiguos.
Está en vos deshacerte de aquellos seres sedimentados, y abrir la ventana de tu habitación, para que otros nuevos te brinden sus cálidas propiedades.
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