Cada muy tanto me pasa: fallezco parcialmente, quedo congelada, helada, entumecida, dormida, a punto de ser digerida por el silencio, petrificada en la última acción que no recuerdo haber echo, en un acto sumamente involuntario, en uno de esos que uno no quiere ser inmortalizada.
Pierdo el habla y las palabras, y después todo el resto, siendo menos que un punto en el plano.
Pero resurjo, por supuesto que lo hago.. En forma de sonidos, canciones, palabras, versos, llantos y posteriores confesiones.
En rezos o veneraciones, vuelvo como una santa danzante vestida de rojo, con racimos de flores y brebajes alucinógenos en mis vasijas de plata, invocada con oraciones escritas sobre madera en pequeños santuarios en los costados de las rutas. Vuelvo trayendo conmigo milagros imposibles, fórmulas secretas y mentiras incuestionables que solucionan no una, sino varias vidas si es así lo que desean.
Espérenme, eso es todo.
Ya encontrare al ratón que le comió la lengua al gato.
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