Lo que más me asustan de los fantasmas en la noche es que los pierdo de vista y se quedan callados. Están en algún lado porque no saben desaparecer, y les termino tomando miedo.
Los busco con mi mirada, y se que me están viendo al mismo tiempo aunque no pueda ubicarlos en la oscuridad.
A veces les pregunto cosas pero nunca responden... porque siento que ya no están conmigo. Me despiertan y me abandonan, como si no pudiesen dejarme morir en paz.
Después de ese largo sueño vienen a corromper la mañana. Todo estaba tan claro, si tan solo ese sueño perdurara un tiempo más.. Donde la facilidad me invade y sus ojos no me pasan por alto y puedo existir sin ser olvidada.
Cuantas veces he deseado que esos hermosos momentos en los que estoy tranquila nunca pasaran, pero a cambio me despierto rápido y violentamente, el frío ataca mis huesos y no hay forma de que me vuelva a dormir como antes, no hay tiempo para volver a vivir la ternura y la bondad.
Al otro día camino como sonámbula, sin entender qué paso, sin confiar en los sueños ni en los fantasmas y sin tener qué más hacer que juntar los platos rotos que voy tirando en el camino y sin querer.
Lo que importa en las historias de terror es que espantados huyeron todos de mí, sin poderlos detener.
Le tengo miedo a la noche, porque se que iré a soñar, y le tengo miedo también a la mañana, porque se que esos fantasmas que tanto me hacen se los llevarán.
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