Soltame, ¿no lo ves? me agarrás muy fuerte,
tanto que me estás lastimando.
Ni todas las experiencias futuras, ni todas las que ya pasaron, van a poder aliviar el sentimiento de dolor de tus dedos entorno a mis muñecas, marcándome la piel, llegando hasta mis huesos.
Las mañanas tienen siempre una canción.
Esta suena bien, pero es triste cuando la pienso, porque me dí cuenta que jamás voy a ponerme a mí misma primera,
porque te prefiero más a vos. ¿..como podría..?
Las cicatrices van apareciendo de nuevo, y las veo porque lastiman, aun que creo poder soportarlas siempre un poco más. Es demasiado arriesgado pedirlo en serio, que te vayas, que me sueltes de verdad.
Entonces me detengo un segundo a comparar penas, a contar las nervaduras que se formaron por tu presión en mi piel, a preguntarme por ellas y por su dolor.
¿Qué duele más, tus manos atrapándome con violencia infinita o tus ojos mirándome así, y sentir que me tenés atrapada sin siquiera tocarme?
Basta la mitad de ese segundo para saber la respuesta,
jamás diré en voz alta la verdad.
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