¿y ahora qué? me dijiste una vez.
No estoy segura sin con palabras, el tiempo borronea los hechos y los transforma en cosas que parecen inventadas. La maravilla de los momentos que ya fueron, todos conservan la magia de nuestra intervención.
No ocurrió hace mucho, pero este tiempo pasó tan rápido que mi memoria prefirió resumir los hechos que no creyó importantes mantener con vida.
No la culpo, a veces solo traen las réplicas del dolor, como un terremoto, inevitables.
¿O fue con mirada?
Cuando tiene la capacidad de hablar de una forma tan abrumadora, me abstrae. En cambio cuando me pedía ayuda me desesperaba- no sabía que hacer, tu voz la volvía dulce, aunque es tan oscura y alarmante... me sigue dando miedo. Espero que la andes dirigiendo a objetos que sí valgan la pena y que la andes llenando siempre de luz.
Me pregunto si alguien entenderá esa mirada. No soy tan especial, pero la gente anda distraída estos días.
El asunto es que no tenía idea, sigo sin entender para qué lado esta el sur que vos buscabas; tampoco me acuerdo como llego el momento en el que nos dejamos atrás el uno al otro, si dejaste de olfatear lo que perdiste para seguir adelante con el hocico alto o si mi vida estaba en el medio en realidad y la apartaste como siempre de una patada.
A mí -y voy a decir la verdad porque era conmigo la cosa- nunca me dejaste ayudarte.
Ya no importa, algunos nos cansamos de insistir.
Lo importante es que tuvimos siempre algo claro: cuando algo no funciona esta lleno de obstáculos y peros.
¿y ahora qué? repetí yo: había no más más mundo detrás de ese mundo que creí que iba a acabar.
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