Hace un tiempo me compré una lima nueva.
De a poco me fui familiarizando con ella y empecé a usarla; no es que el estado de mis uñas fuera realmente importante, pero que más da... existen.
El problema es que tiene dos lados: uno que sirve y otro que no tanto... es demasiado fuerte para unas uñitas débiles que se rompen de nada. El que sí, sirve para dejarlas cortitas y sin mucho glamour. El otro es un exceso de rudeza.
Entonces le encontré una segunda utilidad: lija cartón.
La llevo a todos lados, lo juro, porque me termina siendo más útil en mis tardes de facultad que guardada en alguno de mis cajones. Y de vez en cuando, la saco para que cumpla su verdadera función.
... De pronto me di cuenta que esa lima es la historia de mi vida; mitad y mitad.
La que involucra el diseño, por suerte, es la parte más útil y feliz.
La otra... bueno.
Pero funcionan juntas, de alguna forma extraña (a veces linda)
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