-Para mí, tres cucharadas por favor...
Tres. Un número interesante, muy curioso.
Pero antes que continuara, me corregí con algo de sabiduría:
-Dos y medio mejor, me estoy cuidando.
¿cuidarse de qué?
Vaya a saber una, pero cuidarse dándose el gusto, aportando esa mitad.
Cada vez que agarra la autopista con esa velocidad y precisión, me pregunto porque no la usa así en otros aspectos de su vida. Conducirla como su automóvil, casi con un brazo asomando por la ventanilla, señal de que está todo más que controlado; la velocidad es magnífica, sus ojos brillando por la adrenalina lo son aún más.
Pero si la utilizaría bien no estaríamos tomando el té, aquí, en esta mesa arrimada a la ventana. En esta oscuridad que se amolda a nuestras figuras, que nos abraza y nos contenta porque deja que veamos lo suficiente pero por supuesto que no todo.
Al igual que las cucharadas, mucha luz es mucha verdad, mucho y muy abundante. Estaría viendo que llorás por ella...
Yiya... estaría orgullosa de esta tremenda creación.
Podríamos invocarla mientras nos reímos y sentimos el gusto amargo de su condimento especial.
Una ración de veneno del mismísimo frasco no tendría el mismo gusto.
Yo lo tomo con el té de cada mañana, y cuando estoy sola con mi café de cada madrugada-
yo lo prefiero con el té preparado para tres.
(mí interpretación libre de esta canción)
2 comentarios:
te acuerdas de Yiya? volvió! y en forma de florence.
Antes de ver el enlace ya estaba pensando en el tema de Cerati :3 linda entrada
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