Escrito, como el post anterior, hace bastante, un dá reflexivo y tentador para escribir.
Aquí les va.
Feliz primavera o día del estudiante para aquellos que estudian, y para aquellos que tampoco salgan a husmear flores (que a mi eso me da alergia)
A atar cabos se ha dicho.
No es fácil, nunca es fácil, sobre todo cuando no encontrás motivos para refrescar la memoria. No es que "no encuentres motivos", sino que no querés buscarlos. No te interesa buscarlos cuando ya estás fuera, cuando ya afortunadamente pasó la tormenta que te perseguia desde hace 365 kilómetros.
Pero la lluvia afuera, desde la ventana, se ve deliciosa como para preparar una taza de café y empezar a contar, como los viejos abuelos que cuentan cosas a sus nietos que ni a sus propios hijos le charlaron en un dia como hoy, acá estoy, sentada frente a la pantalla; no estoy vieja (aunque si un poco, pero no viene al caso) pero si viví unas cuantas cosas como para escribir un blog.
Atar cabos no necesariamente es decir que pasó, sino es explicar lógicamente algo que necesita ser aclarado. A vos misma, a los lectores, a la vida. A vos misma, primero, a los demás después.
Alguien tiene que saber que 'el alma negada' a la que me referí la vez anterior es mi alma, y 'los hechos' fueron hechos particulares que ni se porque existieron, pero fueron y ocurrieron tal como Florencia al fin y al cabo quizo. ¿Para qué? por puro capricho, porque los problemas sonaban atractivos en ese momento. Por curioso metió la garra el gato, por curioso nomás salio maullando de dolor.
Pero la curiosidad es el alimento de los niños, y como toda niña inocente, se metió donde no la llamaban. Donde ya había estado, pero nunca terminó de dar la vuelta de rosca. Por hacerse la viva terminó insultando hasta a su propia madre, y la descendencia de tias, hermanas, abuelas y otras mujeres que ni sabía de su existencia en la familia.
'La curiosidad mata al gato', y de paso mató a Florcita también.
Un dia no aguantó mas, y los terminó mandando a la mierda a todos.
¿Un mes? ¿Un poco más? ¿Un poco menos? lo importante es una charla con dos amigas, luego de esa cantidad de tiempo a que ocurrieran tales catástrofes para mi delicada paciencia (que quedó en coma), que me contaban que era sanidad lo que hay ahora, y sanidad era lo último que obtenía cuando por curiosidad quedé encerrada, una vez mas, en los recuerdos repetidos.
El problema era que yo encontraba problemas creyendo que encontraba soluciones. Pobre del alma negada, el alma se sentía "feliz", y creía que los riegos que tomaba -desde luego que no ignoraba el embrolle que se estaba armando a sus espaldas- eran riesgos debidamente planteados con anterioridad, y riesgos que, concluyó, 'valían la pena'.
Resulta que, unos dias después (ese día que terminó siendo hoy) descubre que nunca dos personas pueden llegar a algun lado si recuerdan a su pasado constantemente. Si su pasado los trajo ahí, si su pasado está en el medio convirtiéndose nuevamente en presente. 'Un día ibamos a temrinar abrazados matándonos, sólo por el hecho de que me confundiste de nombre' piensa el alma.
El alma nunca tuvo mas razón que ahora... sólo que el alma ya sabía eso pero si lo decía en voz alta iba a ser imposible de ignorar.
'Y claro, como no podés confundirte de nombre si está todo el día en tu cabeza. Yo no soy ella, y vos no te parecés en nada a quién yo creía que eras, te parecés mucho mas a quién yo conozco bien.'
Dios los crea y el viento los amucha.
No lo dudo, no lo dudo en absoluto.
'No sólo quién critica es peor, sino que es mas criticable que el criticado mismo.'
Las conversaciones entre vos y tu alma nunca fueron tan purificadoras como ahora mismo.
Definitivamente habría que empezar a plantearse que el dicho "no hay peor ciego que el que no quiere ver" es una falasia.
El alma que no quiere ver, insisto nuevamente, es mucho peor.
De vuelta, alma y cuerpo, alma y mente, unificadas y reparadas, van hacia el mismo lado.
La unión hace a la fuerza.
martes, 21 de septiembre de 2010
martes, 14 de septiembre de 2010
cnrl + alt + z
Cuando miles de capítulos por arte de magia desaparecen en tu mente, empezás a cuestionarte que algo anda, contrariamente a como estabas un tiempo atrás, demasiado bien como para preocuparse... o demasiado bien para entrar en desconfianza.
Que algo anda es un hecho, la felicidad no brota de las napas porque sí.
Muchas cosas pasan cuando vos no estás mirando, y muchas más pasan mientras vos estás prestando atención a algo minúsculo. La suma de todos los factores de 'lo que pasa' es una historia que ni tu conciencia puede creer, una historia que te sorprende a vos, la misma protagonista, concluyendo que los acontecimientos son mucho mejor de lo esperado cuando tu mente piensa en blanco en vez de negro. Blanco es luz, es positivismo, blanco es señal de que todo está liso y sonrientemente limpio. 'Pasar algo en blanco' en miles de contextos significa aclarar, dejar los borroneos de los planes futuros y tomar cartas en el asunto para que quede claro, consiso y directo; y entonces, pasar tus momentos en blanco no toma otra denominación que empezar a pensar en lo que se viene y en el ahora que producirá lo bueno en vez de dar vueltas sobre el mismo círculo encontrando problemas en vez de soluciones.
Pero al pasar en blanco te das cuenta de las páginas que tu mente suprimió por puro aburrimiento en ese tiempo que te ocupaste de disfrutar la felicidad como se debe. Suprimió porque estaban mal, estaban tachadas, ilegibles, y además eran súmamente irrelevantes. No quedan en la deriva, como papeles al viento, sino que están ahí, estúpudamente ignoradas como niño que quiere ocultar algo inmensamente roto detrás de sus pequeñas manos, pero ahí: presentes y materializadas. Alguien tenía que hacerse cargo de ellas, y quién mas que tu archivo de recuerdos para ocuparse de acomodar todo ordenadamente, para que no se te escape nada. Y tu memoria, la que pone las etiquetas, te dice que son -figurita repetida-.
Acá, en este hueco, hay algo que ya ha pasado... es como un error 404, que te dice "acá hay algo mal", acá hay algo que está gravemente mal.
Y yo encontre peor ciego que el que no quiere ver: al alma cuando se pone en testaruda, cuando lo quiere y no es que no ve, sino que no siente. No siente ni que se está abollando, se está quemando, se está desintegrando. No siente ni a su propio sufrimiento, el alma negada es peor que mil enamorados juntos, porque si pudieramos juntar el poder de negación de la realidad que pone el alma, no sólo se multiplicaría Hiroshima x 10, sino que terminaríamos asombrándonos de que es capaz de destruir el mundo entero. No exagero, un alma negada, un alma como la mía cuando se niega tan rotundamente a ver lo que estaba claro, es súmamente intolerable.
Pero vengo a atar cabos, porque la memoría ha rellenado ese hueco que no se entiende; a pesar de que no ha pasado nada de tiempo, que en la historia total serán sólo minutos, son minutos intensos, son minutos que explican mas que los días y meses que he pasado en ceguera.
Gloriosos minutos.
Que algo anda es un hecho, la felicidad no brota de las napas porque sí.
Muchas cosas pasan cuando vos no estás mirando, y muchas más pasan mientras vos estás prestando atención a algo minúsculo. La suma de todos los factores de 'lo que pasa' es una historia que ni tu conciencia puede creer, una historia que te sorprende a vos, la misma protagonista, concluyendo que los acontecimientos son mucho mejor de lo esperado cuando tu mente piensa en blanco en vez de negro. Blanco es luz, es positivismo, blanco es señal de que todo está liso y sonrientemente limpio. 'Pasar algo en blanco' en miles de contextos significa aclarar, dejar los borroneos de los planes futuros y tomar cartas en el asunto para que quede claro, consiso y directo; y entonces, pasar tus momentos en blanco no toma otra denominación que empezar a pensar en lo que se viene y en el ahora que producirá lo bueno en vez de dar vueltas sobre el mismo círculo encontrando problemas en vez de soluciones.
Pero al pasar en blanco te das cuenta de las páginas que tu mente suprimió por puro aburrimiento en ese tiempo que te ocupaste de disfrutar la felicidad como se debe. Suprimió porque estaban mal, estaban tachadas, ilegibles, y además eran súmamente irrelevantes. No quedan en la deriva, como papeles al viento, sino que están ahí, estúpudamente ignoradas como niño que quiere ocultar algo inmensamente roto detrás de sus pequeñas manos, pero ahí: presentes y materializadas. Alguien tenía que hacerse cargo de ellas, y quién mas que tu archivo de recuerdos para ocuparse de acomodar todo ordenadamente, para que no se te escape nada. Y tu memoria, la que pone las etiquetas, te dice que son -figurita repetida-.
Acá, en este hueco, hay algo que ya ha pasado... es como un error 404, que te dice "acá hay algo mal", acá hay algo que está gravemente mal.
Y yo encontre peor ciego que el que no quiere ver: al alma cuando se pone en testaruda, cuando lo quiere y no es que no ve, sino que no siente. No siente ni que se está abollando, se está quemando, se está desintegrando. No siente ni a su propio sufrimiento, el alma negada es peor que mil enamorados juntos, porque si pudieramos juntar el poder de negación de la realidad que pone el alma, no sólo se multiplicaría Hiroshima x 10, sino que terminaríamos asombrándonos de que es capaz de destruir el mundo entero. No exagero, un alma negada, un alma como la mía cuando se niega tan rotundamente a ver lo que estaba claro, es súmamente intolerable.
Pero vengo a atar cabos, porque la memoría ha rellenado ese hueco que no se entiende; a pesar de que no ha pasado nada de tiempo, que en la historia total serán sólo minutos, son minutos intensos, son minutos que explican mas que los días y meses que he pasado en ceguera.
Gloriosos minutos.
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