A veces la vida te lleva a hacer cosas... un tanto extrañas; eso está claro, lo entendimos todos.
Y no es que ponga a la vida como excusa, generalmente somos nosotros los que secretamente estuvimos buscando hacerlo, aun en la inconsciencia; pero hay circunstancias que se merecen una explicación, un por qué, un pensamiento dedicado a desatar el nudo de tu cabeza, pero no por buscarlas sino por encontrarlas y tomarlas tal como fueron y son: a eso llamo "la vida".
(quizás enmascaro que encontré todo en su perfecto estado puro bajo el efecto de mi locura... que es probable. Me gusta ser insistente, me gusta de verdad... pero pocas veces una loca va a aceptar lo que hace, esa es la clave para no caer en un pozo depresivo)
La cuestión es que siempre le dedico, en el medio de todo, a una vieja costumbre -al estilo del peor locutor de radio que necesita meter bocado entre cada pista y la remata con un comentario que si no estuviese nadie lo habría notado-: un segundo para murmurarme algún lamento en mi cabeza; como quienes probablemente entiendan, saben que a veces ese murmullo queda adentro de tu cabeza como un eco, y al correr del tiempo, de los meses, de los días, y de los putos segundos en tu reloj biológico te encontrás perseguida por algo que no sabés que es, pero no te deja dormir, ni pensar, ni caminar tranquila.
Por momentos olvidás lo que te dijiste, y por otros vuelve a repetirse, cual réplica inevitable de un terremoto, para abrir los ojos, tragar saliva y respirar hondo. Comparable con el punzante latido de un tajo al que le vuelve el dolor. Una pausa dolorosa.
Generalmente se repite cuando estás en stand by. Holy stand by de domingo, hoy esta repetición se ha hecho insoportable mis queridos cómplices.
. I n s o p o r t a b l e .
Y detrás de esa frase redundante, la pregunta.
Siempre está ahí, inerte a la situación, con una incertidumbre extraña, y concatenada a un cuestionario de 200 preguntas.
¿Dejar pasar? ¿qué es eso? No sé a ustedes, pero es evidente que a mi me resulta imposible relajarme y olvidarme; es decir relajarme y abandonarme a la estúpida cuestión de ser inocente y alarmarme después. De ser inconsciente y pincharme con desesperación después con las agujas de la realidad para ver si estoy despierta -que de hecho si lo estaba-.
Partiendo de la base que generalmente nos preocupamos demasiado, yo me preocupo el triple de ese demasiado.
Y cuando estoy en silencio, al compás del eco de la frase y la pregunta, que quienes tienen un poco de cordura las llaman remordimiento, saco cuentas. No me gustan las matemáticas, pero saco cuentas infinitas. Y calculo, y vuelvo a pensar, y digo tanto tiempo, tantos días, tantas cosas.
Y digo "cuanto tiempo", y me asombro. No sé de que, porque no es ninguna novedad, pero me asombro.
Parezco una anciana, que se asombra que le pasó la vida por delante, nada mas que... bueno, no soy una vieja de ochenta y uno... aunque a veces los números de mi edad parecen invertirse para parecerlo.
: Quote-interna del día:
-¿...por qué hiciste eso Phlor? ¿No se suponía que ibas a dejar de hacer las pelotudeces que hacías antes? ¿no era una etapa de 'avance' y 'relajación'?
-no sé... la respuesta siempre va a ser no sé para estos casos... (porque es la única verdad.)