Cuando te digo que no, es, probablemente, un si escondido.
No me toques, No me abrazes, No me mires... No me nada: doble negación.
Entonces si: significa tocame, abrazame, mirame.
Estoy cerca, justamente muy cerca, por favor hacelo; el 'no' que intenta ser rotundo, fuerte, y delimitado es un truco mental para inventarme una historia subalterna y explicarme que, cuando te vayas y me dejes eternamente, cuando esté sola y desamparada, cuando no me llames ni me atiendas, cuando no sepa si estás vivo, enfermo o muerto, cuando seas feliz más allá y yo no tenga la culpa, vos desde siempre no me quisiste tocar, ni abrazar, ni mirar; y que ese dia que te dije que no lo hagas... pues no pusiste resistencia, en el fondo te hice un favor.
Así que nunca te interesó hacerlo, en mi cuento en el que cuento el cuento de la verdad.
Nunca es un 'no, nunca'. Y ese no, es uno rotundo.
Entonces yo voy a olvidar que me quisiste, al menos por un minuto; porque sí, ¿cómo querés que lo recuerde? si me dejaste, me dejaste acá sola, como los demás, como todos.
Me abandonaste, si con el sentido cruel que implica el verbo, con el pobre sujeto tásito que soy yo, como la mismísima yo en tu vida que no está mas; como el artículo que se refiere a alguien súmamente perdido; como todo, abandonar lo es todo.
Y ese día, cuando llegue si es que dejás de quererme, voy a tener una razón para hacer lo necesario.
Entonces vamos, no me abrazes. O abrazame si no pensás en dejarme nunca.
Abrazame fuerte, para suprimir el cuento. Abrazame con ganas, para saber que ese día que me dejes igual, ese día que descubras mi verdad, ese día que se acaben las ganas de abrazarme realmente, recuerde que si lo hiciste aunque te haya gritado con toda la furia, recuerde que no me tenías miedo,
recuerde que descubriste el sí detras del no, el si escondido.
