Empecé a pensar de que consta una vida,
una noche donde finalmente dictaminé que no tenía nada.
¿Una vida? Fácil.
Una vida catalogada como valorable consta de tener lo que todo el mundo desea: amigos, novio, vida social, familia, educación, casa y sin problemas económicos significativos.
Si, mirado por arriba, sin entrar en detalles tenía una linda vida.
Además, sumado a lo que todo el mundo desearía si fuere ambicioso, pediría una personalidad no robada, un cuerpo mas o menos 'lindo' aunque con algunos desacuerdos morfológicos, sin problemas de salud, casi-sana de trastornos mentales... bueno, básicamente todo.
Lo tenía.
A pesar de creer tenerlo todo, se olvida los detalles: la perfección de cada una de las cosas, que termina haciendo que el todo funcione y uno se sienta satisfecho.
A falta de perfección, al evaluar más cercana y profundamente, ve la pelusa debajo de la alfombra:
una vida compuesta por una familia que te ignora completamente, al punto de olvidarse de comunicarse con su hija; con amigos que se olvidan de la existencia de mi persona, sin ofender, no me han prestado una atención mínima para mantener la chispa de la amistad encencida; con una personalidad que sin querer, es dependiente de la gente para que le da amor, como los gatitos, lo que le provoca un poco de tristeza y sentimiento de soledad; con necesidad de algún autoestima, porque ya roza el 0, con gente gritándome que no puedo hacer las cosas y yo les temino creyendo; con malos consejos, con gente cagándome, con tres hermanos de la vida y no sé si me quedo corta.
así, uno se da cuenta
que realmente no tiene nada que perder.
Que está solo, que esta completamente rodeado de mierda;
que los chicos, cuando son chicos, no hablan de las cosas porque son chicos y no hay trasfondo; pero que la gente grande, cuando realmente debe hablar y aclarar se esconde, como los chicos, o peor que ellos.