quién a veces es libre y a veces es víctima de su mente, mira a sus costados, desesperada.
No está sola en ese mundo, dice, tiene su doble del otro lado del espejo, cuando se mira, descubre que se miran.
No busca nada (como tantos otros que lo tienen todo) porque lo que le falta no lo nota.
...como tantos otros.
No está sola en ese mundo, dice, tiene su doble del otro lado del espejo, cuando se mira, descubre que se miran.
No busca nada (como tantos otros que lo tienen todo) porque lo que le falta no lo nota.
...como tantos otros.
Aun así hay días como el de hoy, en que se levanta ofuscada, como si fuese un papel ondulado, y siente el impulso de mirar a sus costados, de mirar que no haya nadie, de fijarse que no esté esa intrusa, pero no la ve, no la ve todavía, no está tranquila porque sabe que aparecerá, detrás de aquella pared se esconde, o de esta otra, y cuando hay ruido, o mejor dicho cuando hay silencio más allá del ruido de las cosas, de las maderas chillantes y de los aparatos eléctricos que transmiten voces, esa maldita sale a molestarla, a acecharla, a recordarle lo que no tiene.
Y le molesta.
Porque cuando entra nadie puede echarla, 'ya está aquí, junto a mí'.
Pero ahora nadie está ahí, solo ella.
'tranquila Alana, nadie más está aquí...' quisiera consolarla.
'tranquila Alana, nadie más está aquí...' quisiera consolarla.
Pero parece ya no estar en este mundo.
Descansa, con una pretendida calma descansa un poco más.
Descansa, con una pretendida calma descansa un poco más.
y tras ahogarse en el propio aire, siente que corre, despierta;
'ya nada será mío', se lamenta.
Como tantos que comparten pero que a la vez, no tienen posesiones.
Bienvenida.