miércoles, 27 de junio de 2012

sábanas

Estás mintiendo. Lo leo en tus ojos, lo siento en tu piel, que enfría hasta helarse con tus palabras que sé de memoria: van a negarlo todo.
Tiene tantas cosas que ocultarme -cosas que yo ya conozco- que costaría más para mí escuchar la verdad entera que disimular que no la sé.

Mientras calza sus zapatos, el teléfono en su mano parece estar ocupado queriendo buscar a alguien más.  Desde acá veo marchar rápidamente su silueta en la oscuridad rumbo a la puerta, ni siquiera se dio vuelta a mirar lo que ha dejado.
Jamás vas a despedirte de mí, es un hecho.
Me lastima aún más saber que de todas esas llamadas, ni una va a ser para mí.
Quisiera por momentos revertirlo, pero sigo aquí, formulando las frases desde una misma posición.

Si te estoy viendo partir ¿por qué no puedo levantarme y detenerte? Tal vez por el mismo motivo que le dejo mentirme.
Si se va ahora, se que volverá;
¿para qué detenerle?¿para que se esfume por siempre?
La verdad la sé de todas formas,
y el dolor está presente también, puedo acostumbrarme a él.

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