lunes, 11 de mayo de 2009

Buscando algo que te conmueva...

Amanda estaba sentada frente a su mesa de roble oscuro, mirando las finas y antiguas cortinas de satén blancas, ahora amarillas por su antiguedad. El sillón de un tapizado floreado, pero a la vez que palidecía el ambiente de lo que fué alguna vez un cálido hogar, de repente comenzó a ser duro, de piedra, y tan frío como el mármol. Se levantó sin pensarlo, enérgicamente y con desesperación miró hacia la ventana corriendo las cortinas... Se encontró en una ciudad de caos, encerrada en su propia trampa, la misma que todos los dias le pareció encantadora; y ella, sin dudarlo por un segundo, tomó su abrigo, sus llaves y corrió hacia la puerta para abrirla de un tirón. Sin saber porqué, corrio hacia las escaleras, no había tiempo para perder esperando el ascensor que parecía tan lento descender desde el piso once, pero contó diez... nueve.... ocho.... pero no se resistió a ver como llegaba, se limitó a bajar los cuatro pisos con un paso tan veloz, los mismos escalones que todos los días odió descender y que la separaban de la calle tan urbana y a la vez amazónica, en la que sentía que se perdía cada vez que intentaba explorarla para encontrar un rumbo. Empujó la puerta de la recepción, sin importar porque lo estaba haciendo, busco la vereda y corrió entre las calles asfaltadas colmadas de gente, ruido y polución. Al encontrarse perdida emocionalmente, se sentó a ver el movimiento apurado de la gente, el acelerado trayecto de los coches, el frenético sonido del tráfico a plena hora pico, pero sin prestarle atención a lo que sucedia en sus alrededores. Ella no estaba ahí por algo, pero sentía que algo de todo esto tenía sentido: Buscaba algo que raramente se pueda encontrar si lo buscás detenidamente... Era lo único que podía estar segura en esos momentos. Miró hacia su izquierda, y vió el cartel de la calle en donde estaba sentada: Corrientes casi Florida...

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