Esperar un mini-milagro de navidad no me hizo nada bien.
Es mas, analizandome a mi misma a las 7 de la mañana en una parada de colectivo en San Martín a metros del cementerio con un vestido de mitad animal print, tacos altos machucandome los pies y una cartera de mano que no combinaba (pero si era robada con mi celular, cámara, llaves y demas demases, era capaz de tirarme bajo el primer rodado que aparezca) con el maquillaje negro corrido de tanto llorar de la risa en la casa de mi amiga y por despues tocarme los ojos, con el pelo hecho una maraña atado de alguna forma que no me moleste, esperando el único colectivo que pasaba cada una hora (probablemente haya esperado mas, el colectivo se me fue practicamente en la cara), con la probabilidad de que sea violada en cualquier momento (la emoción del vivir esta siempre presente) y con el pensamiento de que mi hermana pudo haber pasado por plena villa con el auto, y que toda mi familia esté asesinada gracias a mi (no sabía como no pensar en las posibilidades trágicas que les pudo haber pasado, lo juro), descubrí que Florencia es cualquiera.
Tengo que dejar de hacer cualquiera, punto. Prometí evaluar las consecuencias de mis actos un poco antes cuando perjudicarán a un tercero, y cuando sé que después voy a terminar puteando, muy muy alejada de la idea de "emoción auténtica, buena para reir y sentir el latigazo de lo ultraviolento". Fuck, voy adejar de adelantarme a los hechos, y dejar de pensar las posibilidades que pueden pasar (y termina no pasando nada)
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