sábado, 10 de noviembre de 2012

vindicāre

Dicen tantas cosas de la venganza.
Que es un plato frío como la muerte, pero que es dulce como el más rico manjar; que iguala, que asemeja, que crea peligros... que eterniza.
Yo nunca fui suficientemente valiente como para tenerla en mis manos, pero podría sembrarla si se que viviré por siempre, aunque sea por medio del terror, en tu alma.
Ella será capaz de tenerme bien presente si tu mente no me lleva con vos.
Podríamos ser aliadas...

Yo nunca pude disfrutar de ese azúcar en mi boca, pero la comería como postre, y con las manos enchastradas... porque no hay tiempo de ser delicada-
Preferiría que sea sentada en tu cama en la mañana, dejando atrás mi perfume en tu almohada; la delicadeza ya habrá quedado tiempo atrás, junto con la noche y la oscuridad.
Allí tendería las cuerdas de mi inmortalidad, para atraparte y nunca dejarte ir; aún cuando no esté presente, aún cuando no te necesito.
Después, podría perdonarte.

La venganza nunca es buena; mata el alma, la envenena.
¡Pero qué veneno tan gustoso! Juro que podría tentarme a probarlo.. al menos una vez más.
Imposible. Estas reglas las pongo yo.
Esta vez... el olvido será la única venganza y el único perdón.

3 comentarios:

Milu dijo...

''La venganza nunca es buena; mata el alma, la envenena.
¡Pero qué veneno tan gustoso! Juro que podría tentarme a probarlo.. al menos una vez más.''

Que buen texto

efe dijo...

que lindas enseñanzas nos dejó ver el chavo.
eso, y diferenciar el agua de jamaica con la de limón y la de tamarindo.

Florence. dijo...

Metí a Borges y al Chavo en una misma frase, alguien debería hacerme el favor de matarme a golpes.