domingo, 5 de agosto de 2012

La espera (que es tan reiterativa)


Soy impaciente, pero puedo esperar.
Siento que he estado esperando tanto, que a veces que las cosas que hago en el mientras tanto parecen atajos, asuntos que felizmente adelanto, momentos que aventajo en esta enorme sala de hospital donde aguardo mi turno, callada y en orden. Está claro que no es así, de hecho siempre será al revés: tengo un solo motivo atado en el tobillo, para que no se me pierda, para que no se disuelva; pero el resto es mi vida, es mi vida pasando y es mi vida sucediendo entre el viento y en mis manos. Solo espero una cosa, el resto ha de continuar.
Aún así yo espero, contra viento y marea.
Como ya he contado tantas veces, espero una semana, o dos, espero meses. Espero tal vez años, y los puedo multiplicar, yo te espero todos estos días en el futuro, me arriesgo... y te espero más
¿pero como estar segura de que de esperarte llegarás?
¿Y si tengo que esperar mucho, mucho tiempo, tanto tiempo que espero toda una vida?
Pienso a veces que vos no harías lo mismo: vos no aceptarías que te espere.

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