domingo, 13 de junio de 2010

Lechuguita superstar,

El problema es la esperanza.
La esperanza arruina todo plan de progreso, y en mi caso es mas que mortífera. La esperanza de "algo mas alla de todo esto" me mata, lentamente me mata a inversa de lo que le pasa al mundo. Porque si me mataba el sacar esa costumbre fea de mi cabeza, imaginate lo que es cuando se planta de nuevo, dejando todo el trabajo en vano, y encima con mas frustración andante en mi espalda.
Es ambíguo: la espranza cultivada como hojas de lechuguita crece y crece cuando vos regás la planta con aparente agua fresca y pura, pero yo -la indefensa lechuguita que no tiene nada mas que ser una lechuguita verde y frondosa- obviamente no me doy cuenta que le estás echando agua de Riachuelo, agua con químicos tóxicos, agua con metales, agua de la fea, agua que me mata sin escrúpulos, me achicharra y finalmente me mata.
O quizás el problema no está ni en tu intención de presionarme con un miscero vaso de líquido escencial ni mucho menos en vos, no te creo capaz bajo ningún contexto de engañar a alguien ni con un vasito de agua; lo mas factible es que el agua que vos me echás sea demasiado fuerte, demasiado rica, demasiado trastornante, de esas aguas que son tan puras que son capaces de matarte de placer, aguas que me dan mas de lo que necesito, aguas que intoxican saturándote de lo mejor porque no estás acostumbrada. Y que esa agua que vos llamás simple, cristalina y pura, yo la metabolizo como lo hace una simple lechuga que crece con el montón, acostumbrada a ser regada de simple agua, ni mas ni menos, y me encuentro con cosas nacidas de la nada porque ambos ignoramos su existencia, con pequenos segmentos de diamantes que cortan mis hojas, lentamente, me está desgarrando.
Pobre Lechuguita esta secándose, hasta que le traés agua. Lechuguita se hace fuerte, linda y pura; Lechuguita se va muriendo de nuevo, por esos maravillosos colores que tenía de mas ese arcoiris de provisiones. Lechuguita se bambolea entre la adicción y el asco, a pesar de tener las raices bien puestas sobre la tierra y el ciclo de Lechuguita parece nunca tener fin.

Si, a ustedes, lectores raros, lectores copados, lectores arengadores, aman el chusmerío. Niegan ver a Rial o a la Canosa, pero leen los blogs de otros, piden mas, preguntan, se quejan, dicen y hasta exigen que sigan contando. Entonces a ustedes, a quién les debo una explicación racional, es a los que le voy a aclarar que mi trastorno no es chiste, aunque no signifique que no nos podamos reir igual. Y al primero que sugiera psicólogo: (o psiquiatra, me conviene medicación) levántese que por allá está la puerta. No porque yo le esté "echando flý", sino porque no entendió nada hasta ahora. O mejor no, lo invito a sentarse en ronda conmigo y con el resto, (si, la burra por delante siempre, porque cuento la historia de mis dias y me pongo primera) que acá nomás empiezo con un miniresumen para todos los que se perdieron -y para mi también, que estoy mas perdida que capitalista en medio de la selva amazónica-.

Porque como Lechuguita, mi propio ejemplo contado como un cuentito que engaña infantes, yo estoy siendo engañada por esa agua. Sea la mas pura o la mas contaminada aun no lo sé, pero sé que me mata de a poco, dándome golpecitos, eso si es asegurable. Vos tirás el agua y te vas con otras plantitas, o te vas a llenar otros vasos, o a pasear por el jardín, y mientras mis hojas se secan como cuando llega el invierno, no puedo gritarte que me ayudes.
Hace poco me propuse esperar a la lluvia, y decirle no a ese vasito tuyo de agua, eso explicaría las fases que seguí unos cuantos dias atrás para esperarla.
"No lo quiero, puedo conseguirlo de otra forma" me autoproclamé una guerrera, pero soy una Lechuguita aferrada a la vida desde las entrañas de la madre tierra. Y vos viniste con tu vasito, y esa cara angelical, y ese vasito se veia tan rico, que probé un sorbo para no decirte que no. ¿Cuál era tu culpa si no sabés que es lo que me pasa? Y lo absorví entonces, y ahora quise mas, y vos me lo estás dando, cerca de las raices hinchando el espacio, recorriendo la sequía y convirtiéndo el color de la tierra en un marrón vivo, un marrón mas oscuro que antes con destellos de esos diamantes esparcidos, con otras tonalidades mas negras. Mis raices ya no están secas, pero no sé si aun me he acostumbrado a tus minerales o si en realidad serán esos minerales los que me van a lastimar.
¿Y si a esos minerales me estoy haciendo adicta? No puedo saber si me vas a dar mas de esa agua, quedándote al lado. No lo sé, y es imposible saberlo. Mientras tanto muero eso sí se sabe.

Es una metáfora, claro está. Pero las metáforas sirven para explicar las cosas mas abiertamente y sin que nadie se de cuenta a simple vista. En esa metáfora, o mejor dicho en esta alegoría, doy a entender mucho mas de lo que se cree o por lo menos eso intento. ¿O acaso no notaste que él, con su vasito, pareciendo indefeso puede aplastarme de una pisada? ¿y si me lo niega? ¿y si se cansa de darme agua? ¿notaste que no puedo esperar a la lluvia si él está cerca? ¿te fijaste que no me puedo mover aunque intente alejarme de sus tiernas ofrendas? ¿leiste que el viene y va, y yo estoy a la espera del agua del mundo, a nivel de mendigar por un poco de hidratación?
Por mas que me esfuerze por ser la lechuguita mas bella, la mas grande de todas las pequeñas lechugas y la mas fuerte, las lechuguitas nunca usan sus raices como patas.

3 comentarios:

Karla!!! dijo...

si, yo tambiénestoy loca jaja...

tienes razón las metáforas sirven de algo algúna vez
o en todo todas las veces pero bueno
el puento es entender.

te mando un aludon, te espero XD

SantitAh dijo...

Me gusta la metáfora... y quizás tu necesidad de "esa" agua sea sólo por costumbre y rutina!
Pero si esa agua no está tan clara y cristalina, deberías seguir tomando de ella?


bezitozz

Anónimo dijo...

la esperanza mueve montañas
(?)


(Siempre mis comentarios rancios, pero comonomedasbolaenelmsn) :P