Que conchudos son los colectiveros por dios, los mataría a cada uno con un fierrito, desde el primero que obviamente es el baboso te mira el orto o te tira un "para vos gratis" a la respuesta de "¿cuanto es hasta Eurasia?", hasta el forro que pone música fuerte y no te deja disfrutar el viaje, pasando por el que te trata como el ojete (o como ganado en su defecto diciendo "hagan lugarcito allá en el fondo"). ¡Mátense!
La cosa (que poco tiene que ver con mi amenaza atroz contralos conductores de transporte publico que reitero: se pueden ir despacito a la concha de su madre por colectora) es que estaba contra la ventana intentando captar algunas notas de mis canciones de Sonic Youth, gracias al que el chofer buena onda puso clima de viernes al colectivo escuchando las peores canciones de los 80-90 a todo lo que da.
Mientras ese cataclismo pasaba, leo de rebote en una calcomanía de esas pedorras, que sólo están pegados en los peores lugares de autos completamente baquetas -como ser un peugeot 504-, que decía algo de "Sigue adelante, no mirés atras, Jesus te ama". Casi vomito.
Mas tarde, como para espantar a mi pobre corazón que acababa de sufrir una catástotre en cadena y aún no se había recuperado del todo, leo, en un paredón ubicado muy cerca de una villa enorme del conurbano bonaerense pintado informalmente en una esquina con lertas blancas que llamaban la atención de mi mirada resignada, "Confío en dios" o algo parecido. Reputie a todos (incluyendo al conectivero una vez mas, sumada a las reiteradas veces que ponia canciones paupérrimas que el solo debía revivir).
No sabía si reir o llorar, hasta que completamente el forro del colectivero puso "Losing my religion" de REM. Además de pedorra, esa canción la odio con todo mi ser. Si me hubiesen salido las lágrimas, hubiese llorado. Casi me bajo del colectivo, pero tener que caminar me hizo repensar si no valía la pena unas paradas mas.
Aunque me asusté, lo juro.
Pero ahora yo maquino: si Jesus me ama, vaya a saber lo que me hará cuando me odie.
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