miércoles, 24 de febrero de 2010

déjala correr.

De pronto me sentí bien. No podía dormirme y vos me abrazabas. Me acunabas haciéndome sentir tranquila. Me habías hecho cosquillas, y nos reiamos de cosas sin sentido antes de quedarnos inmóviles en la oscuridad. Habíamos escuchado música, habíamos comido dulce de leche mirando una película que encontramos de casualidad, habíamos peleado amistosamente por alguna cosa rara, y terminamos atacándonos como animales sin poder parar de reir. Estabamos uno al lado del otro, tan tranquilos que el aire se contagió de la paz que irradiábamos, y yo te daba uno de esos besos lindos y largos como los que quedaron en mi memoria, pero nada mas que esta vez nada nos interrumpía, porque estabamos sólo nosotros dos. Nos quedamos callados, y te acariciaba la parte de abajo de la mandíbula; y cuando vos te quedabas dormido yo te miraba. Te miré tanto como pude, guardando todas las facciones que mi memoria aguantara, atestándola de vos, hasta que me dormí yo también.

Cuando no te podés dormir, pensás. Yo suelo pensar mucho, y dejo que mi mente se encargue de todo. Y entonces cuando imaginaba me sentí tranquila. No mentiría si dijera que probablemente se me haya escapado una sonrisa.
Como me gustaría que algo de todo eso pase.
Como me gustaría poder imaginar que algo, aunque sea una mínima parte de todo eso me puedas llegar a regalar.
Lo imagino, pero no creo que sea posible, es como una película en mi cabeza perfectamente calculada pero casi imposible de rodar.
Mientras tanto sigo durmiendo sola. Te sigo esperando sola.

1 comentario:

Frutilla dijo...

creo que ya te lo dije una vez.. me encanta el blog :)
y posta posta, que encaraste en lo escrito exactamente lo que me pasa.. ahora no me siento la unica soñadora